Practicar yoga con regularidad genera beneficios físicos. Aquí mencionamos seis de los más importantes.
Son tantos los beneficios que aporta el yoga a nivel físico, mental y emocional, que se dice que su práctica habitual puede cambiarnos la vida. Basta dedicar diez minutos al día antes de acostarnos para que mejoren nuestros hábitos de sueño. Además, a medida que practiquemos durante más tiempo, alcanzaremos un profundo estado de bienestar y empezaremos a notar los beneficios que nos servirán de estímulo para seguir avanzando.
Poco a poco empezaremos a ser más conscientes no solo del cuerpo y la mente, sino de sus necesidades, lo que nos ayudará a comprender cuáles son las asanas (posturas) que nos vienen mejor en cada momento.
Practicar yoga con regularidad es una excelente forma de aliviar el estrés y las tensiones que acumulamos y que nos pasan factura tanto a nivel físico como mental. Hoy nos centraremos en los beneficios físicos que podemos conseguir:
Mejora la respiración.
El yoga enseña a respirar correctamente. La respiración conocida como abdominal o diafragmática, que en la inspiración se inicia en el abdomen para continuar en la zona intercostal y terminar en la clavícula, y en la espiración sigue el recorrido a la inversa, incrementa la oxigenación de las células. Las asanas, combinadas con una respiración adecuada, mejoran la circulación sanguínea, lo que incide positivamente en el cerebro, órganos vitales y extremidades. Respirar de manera profunda y a un ritmo pausado equilibra el sistema nervioso, ralentiza el ritmo cardiaco y relaja los músculos.
Refuerza el sistema inmunológico
El yoga ayuda a reducir el nivel de cortisol, (la hormona relacionada con el estrés); está demostrado que unos niveles de cortisol elevados pueden provocar cambios de humor, aumento de peso, presión arterial alta, y problemas de sueño y digestivos, entre otros. Además, unos niveles altos de cortisol en sangre provocan cambios en el sistema inmunológico. Al incidir directamente en esta hormona, la práctica del yoga aumenta nuestra resistencia a enfermedades e infecciones.
Aumenta la flexibilidad
Uno de los primeros cambios positivos que se perciben al empezar a practicar yoga es el aumento de la flexibilidad, muy importante porque, entre otras cosas, ayuda a evitar lesiones. Es probable que en un principio el cuerpo esté rígido, lo que se percibe con más claridad en las torsiones, pero, con la constancia, estas posturas son las mejores aliadas para aumentar la flexibilidad. También es importante aumentar poco a poco el tiempo en el que se mantienen las asanas. Es fundamental cuidar la alimentación, que debe ser rica en minerales como el azufre y el magnesio y en grasas Omega 3.
A medida que aumenta la flexibilidad, desaparecen muchos de los dolores musculares provocados por las tensiones y por las malas posturas.