Pagar 10 pesos por un paquete de 25 vasos de unicel parece no ser tanto, tomando en cuenta que son 40 centavos por pieza; sin embargo, la transacción no termina ahí.
Por la misma cantidad también se compran cientos de daños ecológicos y, así, el precio ambiental que todos pagamos por el uso de un vasito al final es realmente alto.
El poliestireno expandible, material del que está hecho el unicel, hace que jamás se integre a la naturaleza y que pueda hallarse intacto mil años después de haber sido utilizado, de acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza.
Y así, gracias a la cultura del “úsese y tírese” que los cobija, hoy representan el 30% de la basura que se halla en los tiraderos de todo el mundo; volumen que tiende a aumentar en especial si se piensa que, según la Procuraduría Federal del Consumidor, tan sólo en México se producen anualmente 8 millones 500 mil toneladas de este material, la mayoría para vasos y platos.
Pero su final en la basura es el mejor de los escenarios, ya que, en repetidas ocasiones, estos desechos blancos llegan a ecosistemas marinos para convertirse en alimento de animales, que por causa del poliestireno pierden la capacidad de sumergirse o sufren el bloqueo de su tracto digestivo.
Por otro lado, están los “peros” ambientales que habría que ponerle a algunos de sus procesos de producción pues, además del gasto energético, están los agentes químicos empleados en la elaboración, el uso de petróleo (recurso no renovable) y las emisiones de dioxinas así como gases clorofluorocarbonados (CFC's), que afectan la capa de ozono.
¿Qué es el unicel?
» Es un material plástico celular y rígido fabricado a partir del moldeo de perlas preexpandidas de poliestireno expandible o uno de sus copolímeros, que presenta una estructura celular cerrada y rellena de aire.
» Al poliestireno se le identifica con el número 6 rodeado por tres flechas en el fondo de los envases (sistema de identificación de los plásticos).
» Por tanto, es la espuma de plástico que se utiliza para empaquetar la comida rápida, en la fabricación de vasos y platos desechables, en la industria de la construcción (como aislante térmico y acústico principalmente) y en empaques de artículos electrónicos.